Thursday, August 16, 2012

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He is still holed up in London's Ecuadorean embassy, seeking asylum.
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Supporters of Julian Assange gather outside the Ecuadorean Embassy in London ...
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Political Downfall: Elected prime minister in 1978, Botha changed the South ...
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Pussy Riot Protest was held outside the Russian Embassy in London 24.04.2012 ...
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... the killing of Osama Bin Laden outside the U.S. Embassy in London.
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A girl presents Gagarin with flowers during his visit to London in July 1961 ...
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Israel Embassy Attack. Protesters gather as smoke of tear gas rises nearby ...
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... a pro-Palestine demonstration outside the Israeli embassy in Athens
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Police outside the Ecuadorian Embassy in London where Julian Assange is ...
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London solidarity for Bahrain hunger strikers
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That's poppycocking prime real-estate ...
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Ecuador accused Britain on Wednesday of threatening to storm its London ...
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AI join the protests outside the Myanmar Embassy
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The Iranian Embassy on Metcalfe Street. Iran is using its embassy in Canada ...
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An employee of the Egyptian Embassy checks the voting application of an ...
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Embassy of the Republic of Ecuador in London. Photo: Paul Stewart
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Police officers stand outside Ecuador's embassy where WikiLeaks founder ...
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EL TRAJE
NUEVO DEL REY

Por: JAIME LOZANO RIVERA*

En un cuento publicado en 1837 que lleva este título, el escritor danés Hans
Christian Andersen (1805-1875) relata que en un lejano país un Rey convocó a
todos los sastres de su reino para que le diseñaran un traje especial con motivo
de un aniversario más de su coronación. De todos los sastres, dos timadores
convencieron al soberano para que les encargara la confección. Esta
indumentaria, afirmaban los muy ladinos, tendría la especial cualidad de ser
invisible para cualquier tonto o incapaz. El traje, solo las personas
inteligentes, serían capaces de apreciarlo. Por supuesto, no había prenda alguna
sino que los pícaros hacían creer que la confeccionaban pero en realidad se
quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin. Los estafadores
simulaban que le ayudaban al Rey a probarse la inexistente prenda. Fingían con
hábiles movimientos distintas correcciones que decían tendrían que hacer. Llegó
el día del gran evento y el Rey apareció en público desnudo. Toda la gente del
pueblo elogió el supuesto vestido, temerosa de que sus vecinos se dieran cuenta
que no podían verlo y los tildaran de estúpidos. Qué maravilla. Todos los
súbditos aplaudían, hasta que un niño gritó: ¡pero si va desnudo! A partir de
ese momento, todos se dan cuenta de la farsa y comenzaron a cuchichear la frase
hasta que al unísono gritaron que el Rey iba desnudo. La moraleja indica una
situación en la que la amplia mayoría decide, de común acuerdo, compartir la
ignorancia colectiva de un hecho manifiesto, aunque reconocen lo absurdo de la
situación. Esta metáfora se usa para referirse a cualquier verdad obvia negada
por la mayoría a pesar de la evidencia. Una fotografía tomada en Botsuana en la
que aparece muy ufano, el Rey Juan Carlos I de Borbón, con un elefante muerto
como fondo, pone de presente una vez más, el poco respeto que por los animales
profesa el monarca, quien vive del dinero de los españoles y comete actos
reprochables como matar especies en vía de extinción en safaris más propios de
épocas colonialistas. Por un accidente que le causó una fractura de cadera, el
pueblo español se enteró de que a hurtadillas su monarca se había ausentado del
país en una expedición de cacería de elefantes, en momentos cruciales en que la
economía hace agua y por contera Argentina les expropia Repsol. Indignación y
una tristeza infinita producen la imagen del paquidermo muerto, en tales
circunstancias. “ Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”,
declaró el septuagenario Don Juan Carlos, como si fuera la primera vez. No son
creíbles ni confiables sus disculpas. Son las circunstancias las que lo han
obligado a ello. Mientras Su Majestad, que ostenta la jefatura del Estado, se
va de safari, acompañado de un gran cuerpo de guardaespaldas y asistentes
pagados por los contribuyentes, España atraviesa la peor crisis económica, con
un desempleo que se acerca al 23%. Quizás sea cierto que no volverá a ocurrir.
Seguramente porque su condición física no le permite seguir practicando la caza
mayor que tanto le divierte. A este condenable incidente, se suman otros
escándalos por su afición a las bebidas etílicas, por sus aventuras
extramatrimoniales, por sus oscuros negocios que le han permitido amasar una
inmensa fortuna y por los negociados del marido de la infanta Cristina, Iñaqui
Urdangarín. La dipsomanía y anécdotas de alcoba del soberano, son asuntos de él
y de Doña Sofía. Sobre el tráfico de armas, la especulación financiera y sus
amistades con una élite económica que terminó enjuiciada por corrupción, no hay
nada que hacer, toda vez que el artículo 56 de la Constitución Española consagra
que: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”.
Ciertamente, el Rey Juan Carlos es un irresponsable. Hace lo que le da la real
gana. En torno a los turbios manejos financieros y desvío de fondos públicos de
uno de sus yernos, es tema de competencia de la Fiscalía Española. Pero lo que
si deviene inaceptable, es que su excelencia se divierta cazando criaturas
sintientes. Matar animales por hobby es una práctica especista tan repudiable
como la tauromaquia. Es fundamental ampliar nuestra esfera moral e incluir a
los animales no humanos y dejar de tratarlos como si fuesen algo utilizable para
cualquier trivialidad que se nos ocurra. El desaguisado del Rey nos debe hacer
reflexionar sobre algunas prácticas que por años han sido aceptadas. Millones
de animales indefensos sufren y mueren para el entretenimiento humano. Esto
puede ocurrir de distintas formas: caza, pesca, tauromaquia, zoos, peleas
provocadas, circo, etc. Los animales son más que un fardo de órganos, huesos y
músculos. Tienen sistema nervioso. Pueden estar relajados o tensionados.
Perciben olores, ruidos e impresiones. Desencadenan el llanto, el estornudo o el
bostezo. Se deprimen. Sienten dolor, alegría, hambre y frio. Los mensajes van y
vienen por ese tipo de red electrificada que son las fibras nerviosas. El hecho
de que no pertenezcan a nuestra especie o no tengan capacidades intelectuales,
no es razón para no respetarlos, así como no lo es para discriminar a aquellos
seres humanos que no poseen tales capacidades. Cualquiera que se pare con un
fusil ante un animal y sin correr riesgo lo mate por placer, no es más que un
personajillo de baja estofa. Bien decía Gandhi que a los hombres se les conoce,
también, en su trato y respeto hacia los animales. La manía del Rey de apretar
el gatillo no es novedosa. En la memoria colectiva se aloja el recuerdo del
infausto episodio registrado el jueves santo 29 de marzo de 1956, cuando a Juan
Carlos, de 18 años, accidentalmente se le disparó un revólver, dando muerte a su
hermano Alfonso de 15. La versión más atendible revela que Juan Carlos y
Alfonso jugaban con un revólver calibre 22 en la residencia de veraneo en
Estoril (Portugal), cuando sintieron hambre. Alfonso se ofreció a ir a la cocina
por algo de comer, mientras Juan Carlos se quedó jugando con el arma. Justo
cuando éste estaba apuntando a la puerta y Alfonso la abrió con la comida, fue
que su hermano disparó poniéndole el tiro en el entrecejo. No tuvo el infante
Alfonso la misma suerte de Hugo Chávez, pues lo calló para siempre. A pesar de
esta traumática experiencia, la inclinación de Juan Carlos por las armas no
desapareció. Por el contrario se exacerbó. Continuó cazando perdices, palomas,
patos salvajes, liebres y jabalíes en los cotos reales. Luego incursionó en la
caza mayor. Desde 1960, el entonces príncipe posaba con sus trofeos para
inmortalizar sus jornadas en Mozambique y Angola. Ha matado repetidamente en
África todo tipo de animales que nadie debería de cazar, desde leopardos,
antílopes, jirafas y búfalos hasta elefantes. La pasión cinegética del soberano
no se limita al continente africano. En 2004, en Rumania, al pie de los
Cárpatos, en compañía del tirano Nicolás Ceausescu, bajo sus proyectiles cayeron
un lobo y nueve osos pardos, entre ellos, una osa gestante, masacre que celebró
con whisky y palinka, un aguardiente de ciruela propio de la región. En otra
ocasión pidió permiso, previo pago de 7.000 euros, para matar un bisonte europeo
en el bosque polaco de Bialowieza, a pesar de que es una especie en grave
peligro de extinción. De igual modo, es celebre el caso del oso pardo ruso
Mitrofân, al que le descerrajó un disparo en 2006. A este plantígrado de 4 años
y 120 kilos, los lugareños lo describen como alegre y apacible. Había sido
capturado desde que era un osezno. La cautividad lo había amansado y lo
mantenían como una atracción turística del pueblo de Novlens. Hasta los niños se
acercaban para darle de comer con la mano. Pero querían organizar una caza
asegurada para el Rey. Se acusa a las autoridades locales de haberlo
emborrachado con abundante vodka mezclado con miel, antes de ser trasladado para
que en una abominable “mise en scene”, a mansalva el ínclito visitante con su
winchester lo abatiera. En este tipo de faenas, S.M. suele emplear rifles de 2
cañones paralelos que disparan balas de gran calibre para acabar con “presas” de
gran porte y cuyo comportamiento las hace peligrosas para el cazador, en el caso
de resultar solo heridas. Si en el primer intento falla el cazador dispone de un
segundo disparo. Dos cazadores armados con este tipo de rifles, suman 4 disparos
muy potentes, lo que garantiza la seguridad. Se utilizan para acribillar los
llamados 5 grandes: león, leopardo, rinoceronte, búfalo y elefante. Don Juan
Carlos que es un gran aficionado a las armas, dispone de una buena colección de
piezas de caza. Es tal la compulsión de susodicho por degollina de animales que
se ha hecho fabricar una silla ergonómica con respaldo y brazos para soportar
las largas jornadas de caza y poder descansar. Pero la culpa no es del Rey, sino
de los españoles que le toleran sus excesos, en reconocimiento al manejo que le
dio a la transición de la dictadura franquista a la democracia. Tras el reinado
de Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, en 1931 fue interrumpida la monarquía
española, restableciéndose en 1975 luego de la muerte de Francisco Franco
Bahamonde, “ caudillo de España por la gracia de Dios”, debiendo jurar el Rey
hacer cumplir las leyes fundamentales del reino y los principios del Movimiento
Nacional, es decir, el ideario franquista. Llama poderosamente la atención, que
en Europa que fue cuna de la democracia, de la revolución francesa y de
resonantes movimientos antimonárquicos, a muchos todavía les guste referirse a
esa ínfima minoría como sus majestades reales. Cabría preguntarse por qué en
pleno siglo XXI España sostiene a una familia real en momentos en que atraviesa
por una de sus peores crisis. Qué clase de mentalidad es la que allí sobrevive
al mantener unos zánganos, frívolos e inescrupulosos como la realeza? Los
españoles no han caído en cuenta de que la monarquía es una institución
obsoleta, rancia, caduca, anacrónica, onerosa e inútil, que adolece de todo
principio democrático ya que no emana del pueblo. En la mayoría de las encuestas
los españoles se declaran “Juancarlistas”. La prensa, la TV, los partidos
institucionales han sido complacientes y si se quiere laxos. En la actual
coyuntura, el gobernante Partido Popular y el PSOE han permanecido silentes.
Pareciera que no son capaces de construir y desarrollar una democracia con la
autoridad del presidente del gobierno y estimen imprescindible el papel de una
figura decorativa propia del medioevo que esté por encima de todos. Lo
paradójico es que este depredador es el Presidente honorario de Adena, la
sección Española de la World Wildife Found, WWF, organización conservadurista de
la naturaleza, cuyo logosímbolo es un oso panda gigante. La propia WWF
recientemente había declarado que los elefantes están amenazados en muchas
partes del África por la caza furtiva y la pérdida de hábitat. Vaya sainete. (o
mejor zarzuela). Parafraseando al niño del cuento de Andersen: “El Rey está
desnudo”.

*Abogado Universidad Santiago de Cali

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