Lucy Tejada aparece como una de las primeras mujeres que se vincula a las corrientes artísticas que, hacia mediados del siglo XX, revolucionan el arte en Colombia y lo ubican en los contextos más contemporáneos.
Era el momento de artistas jóvenes, no contaminados por una serie de violentas discusiones políticas y estéticas que habían caracterizado las décadas anteriores. Ahora, por el contrario, se imponía la idea de que el arte debe preocuparse por el desarrollo de sus propios problemas y posibilidades, y con ello se abría una etapa vanguardista, de constantes búsquedas y experimentaciones.
La espera es una pintura al óleo sobre tela, de 150 por 100 centímetros, que Lucy Tejada realiza en 1958, dentro de un estilo figurativo que, en medio de una aparente simplicidad, presenta muchos de los más importantes y complejos problemas artísticos de su tiempo.
Por una parte, las figuras han sido sometidas a un extremo proceso de síntesis, de tal manera que la artista elimina muchos de los detalles anecdóticos que hasta ese entonces parecían indispensables para lograr una buena representación. Los cuatro personajes son casi geométricos y permanecen estáticos contra un fondo que solo de manera genérica podemos considerar como la representación de un lugar. En realidad, ese espacio está conformado por estructuras aún más esquemáticas que las de los personajes, y se reduce a una serie de planos rítmicos de color, sin perspectiva ni profundidad aparentes.
En este sentido, La espera, de Lucy Tejada, es un buen ejemplo de una pintura contemporánea, que busca crear un espacio propio a través de la relación de formas y colores y no de la imitación detallada de los aspectos aparentes de las cosas.
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